martes, 24 de febrero de 2015

Tupik, el viento travieso

Tupik, the Naughty Wind
Tupik, the Naughty Wind

TUPIK, EL VIENTO TRAVIESO -ECOLECCIONES DEL AIRE-
Autor del texto e ilustraciones: Rolando Tamayo Rodríguez

Derechos Reservados © 2007, Rolando Tamayo Rodríguez.

Queda estrictamente prohibida, sin autorización escrita del titular del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento.



¿Qué es el aire?
La risa de la brisa…

Comienza este relato en una hermosa playa, situada al pie de la antigua ciudad de Tulum, la cual se encuentra en la península de Yucatán. En ese paradisíaco lugar estaban algunos de nuestros amigos, los karakoes: Kin, el águila arpía; Balam, el jaguar; y Zotz, el murciélago zapotero, quienes reposaban sobre la fina y blanca arena después de haber retozado entre las olas azul turquesa del Mar Caribe.

Kin se probaba un sombrero que había elaborado con hojas de palma. Balam descansaba recostado sobre una toalla. Zotz soplaba una concha de caracol marino que había encontrado en la playa, tratando de hacerla sonar.

Así estaban cuando, de pronto, la brisa le arrebató el sombrero a Kin. Sin darle importancia, lo recogió y se lo puso. A los pocos instantes, nuevamente se le voló el sombrero y fue a dar un poco más lejos.

—Ja, ja, ja —rieron Balam y Zotz al ver lo que ocurría.

—Qué extraño, todo está en calma y sólo se vuela mi sombrero… —dijo Kin, algo enfadado, al tiempo que iba a recogerlo para ponérselo otra vez.

—Lo que vuela tu sombrero es el aire —aclaró Zotz—. Le llamamos “aire” a la mezcla de gases que existe a nuestro alrededor.

—¿De qué gases está compuesto el aire? —preguntó Kin.

—El aire está compuesto químicamente por 78% de nitrógeno y 21% de oxígeno —contestó Zotz—. El 1% restante está formado por cantidades muy pequeñas de argón, dióxido de carbono y vapor de agua, entre otros gases.

”Gracias al oxígeno del aire se producen muchas reacciones químicas, como la combustión y todo tipo de oxidaciones”.

—¿Y por qué no podemos ver el aire? —interpeló Kin.

—Una de las propiedades físicas del aire puro es que no tiene color. Tampoco tiene olor ni sabor; es de menor peso que el agua (alrededor de un gramo por litro) y no tiene forma definida —respondió Zotz.

—Si el aire es incoloro, ¿por qué vemos el cielo de color azul? —cuestionó Balam.

—Porque las moléculas del aire difunden en mayor medida las ondas de luz que corresponden al color azul en el espectro de colores —dijo Zotz.

En eso estaban cuando, inesperadamente, el viento le arrebató a Kin otra vez su sombrero; a Balam, la toalla; y a Zotz, la caracola, que, por cierto, no era tan ligera. Todos estos objetos volaron entre los matorrales y se acomodaron, de manera muy graciosa, sobre una estela que estaba cerca de la playa. El sombrero se colocó sobre la cabeza de la figura de piedra; la toalla se acomodó como si fuera su capa; y la caracola flotó a la altura de la boca y comenzó a sonar: uhuuhh, uhuuhh…

—No nos habías comentado estas propiedades físicas del aire —le dijo Balam a Zotz.

—En verdad no las sabía…, ¡a menos que sean nuevas! —sugirió Zotz.

—¡Qué nuevas ni qué nada! —interrumpió Kin—. Esto se debe a algo que no podemos ver ni siquiera nosotros, los karakoes.

—Ji, ji, ji —se oyó una risa que parecía provenir del monumento.

—Lo único que no podemos ver es el aire, porque es transparente —reflexionó Zotz.

—Ji, ji, ji —volvió a reír la estela.

—Sólo hay una manera de saberlo —propuso Kin—. Hay que hacerle creer que no nos interesan sus travesuras, de modo que caminemos hacia la selva. Tengo un plan para descubrir quién es nuestro amigo invisible…



¿Dónde está el aire?
Mmm, ¡huele a chocolate!

Kin, Balam y Zotz continuaron su camino sin hacer caso a las risas de la estela, hasta llegar justo donde estaba un frondoso árbol de cacao.

—Hemos llegado —dijo Kin.

—Hola, queridos amigos, qué gusto que hayan venido —dijo Kakaw, el árbol del cacao, a los karakoes.

—Hola, Kakaw, nosotros también estamos felices de verte —contestaron al unísono Kin, Balam y Zotz.

—Kakaw, venimos a solicitar tu ayuda —dijo Kin—. ¿Podrías obsequiarnos algunos de tus frutos para preparar un delicioso chocolate?

—Deseamos ponerle un señuelo a alguien que ha hecho muchas travesuras, pero que no podemos ver —agregó Balam.

—Ja, ja, ja, ya entiendo. Les daré los más maduros y sabrosos —contestó Kakaw, y dejó caer sus mejores frutos para que los karakoes prosiguieran con su plan.

—Muchas gracias, Kakaw —dijeron los karakoes, y fueron a preparar chocolate de la siguiente manera:

Primero, quitaron la gruesa cáscara a los frutos del cacao. Luego, pusieron a cocer sus semillas hasta formar un líquido espeso de color café, al cual agregaron un poco de aromática vainilla y miel. Para terminar, vaciaron esta mezcla sobre una gran hoja, le dieron forma de barra y la dejaron enfriar para que endureciera. ¡Olía riquísimo!

—¿Podríamos dejar la treta para después y comernos el chocolate? —propuso Zotz.

—¡Jamás! Sólo así sabremos quién es el extraño ser que vuela los objetos —interrumpió Balam.

—Busquemos entre las ruinas un recipiente para guardar el delicioso señuelo —les apresuró Kin.

Al fin encontraron una vasija con tapa y ahí guardaron la barra de chocolate.

—¡Ajum! ¡Qué cansados estamos después de tanto caminar! —dijeron los karakoes, y fingieron quedarse dormidos alrededor del recipiente destapado.

Para entonces, el irresistible aroma había atraído al ente misterioso que, sin pensarlo, se introdujo en la vasija para disfrutar del apetitoso chocolate.

Chomp, chomp, se oía desde el fondo del recipiente.

—Ya está adentro… —musitaron los karakoes, y rápidamente taparon la vasija.

—Eh, ¿quién cerró la entrada? —dijo sorprendido el enigmático personaje.

—Por fin vamos a saber quién eres —dijeron Kin y Balam.

—So… Soy un viento gigante y no me pueden ver… ¡déjenme salir! —gritó el ser invisible.

—No lo haremos hasta que nos digas quién eres —exclamó Kin.

—¡Mi mamá me ha dicho que no hable con extraños! —se oyó desde adentro.

—Entonces no quitaremos la tapa y ahí te quedarás —dijo Balam.

—¡Buaá!, soy Tupik —contestó llorando.

—Se oye que eres muy pequeño, ¿qué haces por aquí? —preguntó Zotz.

—Huí de mi casa porque allá todos me dicen “pequeñín” —sollozó Tupik.

—No está bien que hayas escapado de tu hogar —dijo Kin—. ¿Dónde vives?

—Snif, en la atmósfera —contestó Tupik.

—Cuéntanos cómo es la atmósfera —dijeron los karakoes con mucha curiosidad.

—La atmósfera (del griego athmos, vapor, y sphaira, esfera) es una gran masa de aire que rodea y se mantiene unida a la Tierra por la fuerza de gravedad —explicó Tupik, para que los karakoes supieran cómo era su casa—. De acuerdo con la altitud, temperatura y composición del aire, la atmósfera se divide en cinco capas que son:

  • Troposfera. Es la capa más cercana a la Tierra. Comprende desde el nivel del suelo hasta una altura de entre 10 y 15 kilómetros. Contiene 90% de la masa total del aire y casi todo el vapor de agua. La troposfera es la zona donde se crean los fenómenos meteorológicos que conforman el clima: temperatura del aire, presión atmosférica (peso del aire), vientos dominantes, humedad atmosférica (formación de nubes) y precipitaciones (lluvias, nevadas y granizadas).
  • Estratosfera. Está situada por encima de la troposfera y va de los 15 a los 50 kilómetros de altura. Contiene alrededor de 9% de los gases de la atmósfera, y el aire es seco y frío como el hielo. Aquí se encuentra la capa de ozono, que filtra los rayos del sol y evita que toda la radiación ultravioleta llegue a la superficie de la Tierra y dañe a los seres vivos.
  • Mesosfera. Se encuentra entre 50 y 80 kilómetros de altura. Es el estrato más frío de la atmósfera: su temperatura puede bajar hasta menos cien grados centígrados (-100° C). A diferencia de la estratosfera, la mesosfera no absorbe energía solar. En ella se pueden ver estrellas fugaces, producidas por la caída de meteoritos que emiten luz al rozar la mesosfera.
  • Termosfera o ionosfera. Comprende la zona de 80 a 500 kilómetros de altura. Esta capa se calienta considerablemente porque absorbe gran parte de la energía solar. Tiene gran concentración de iones, que son partículas cargadas de electricidad por la radiación ultravioleta del Sol.
  • Exosfera. Es la última capa de la atmósfera, y se extiende desde 500 hasta alrededor de 700 kilómetros de altitud, donde las escasas partículas de hidrógeno y helio escapan de la gravedad terrestre y se diluyen gradualmente en el espacio.

—Tupik, has demostrado que dices la verdad y te dejaremos salir de la vasija —dijo Kin.

—Con la condición de que te vuelvas visible y no trates de escapar —dijo Balam.

—Queremos saber cuál es tu origen —dijo Zotz.

—Está bien —contestó Tupik—. Prometo hacerme visible y decirles de dónde vengo.



¿De dónde viene el aire?
La familia de Tupik


Tal como acordaron, los karakoes destaparon la vasija para que saliera Tupik, quien era un viento muy pequeño y gracioso.

—Dinos dónde están tus padres para llevarte con ellos —dijo Balam.

—Mamá Ik y papá Ik están alrededor de la cima de la montaña Witz, pero yo no puedo volar tan alto porque... soy muy pequeño —respondió Tupik.

—No te preocupes —dijo Kin--—. Cuando sea necesario, te meterás en la vasija y así te podremos llevar hasta allá.

—¿Y por qué tus padres no vienen por ti? —inquirió Balam.

—Porque son unos vientos gigantes, y si bajaran provocarían grandes destrozos en la selva —les hizo saber Tupik.

—Coméntanos cómo surgió el aire —dijo Kin con gran interés.

—Mi papá me ha enseñado que el aire se creó hace muchos millones de años, con el nacimiento de la Tierra —describió Tupik—. Después de su formación, el interior de nuestro planeta todavía estaba demasiado caliente y propició que la actividad volcánica fuera muy intensa. Esto no solamente originó la formación del relieve de la superficie terrestre; también ocasionó que varios gases que se habían quedado encerrados entre los materiales del planeta, salieran en grandes cantidades hacia la superficie y formaran la atmósfera.

—Y... ¿por qué se mueve el aire? —interpeló Balam.

—Por el movimiento de rotación de la Tierra y las diferencias de presión atmosférica —contestó Tupik.

—¿Qué es la presión atmosférica? —volvió a preguntar Balam.

—La presión atmosférica es el peso del aire sobre una determinada superficie —explicó Tupik—. Pero el aire cambia de peso debido a las variaciones de temperatura: con calor, el aire se expande, pierde peso y asciende. En cambio, con frío, el aire se contrae, aumenta de peso y desciende hacia el suelo. Estas diferencias de presión atmosférica originan las corrientes de aire que llamamos viento.

—Entonces, si hay presiones diferentes, ¡se deben producir vientos con intensidades diferentes! —dedujo Kin.

—Acertaste, Kin —dijo Tupik—. Hay vientos tan pequeños y ligeros como yo, que soy una brisa, y vientos muy grandes y fuertes como mis padres, los huracanes.

”Mis familiares, los vientos, pueden agruparse en dos tipos: los vientos dominantes y los vientos locales.

”Los vientos dominantes son aquellos que se mueven alrededor de la Tierra en una dirección constante, como las corrientes de chorro (o jet streams) y las células de circulación de aire, donde soplan los vientos polares, los vientos del Oeste y los vientos alisios.

”Los vientos locales, a diferencia de los vientos dominantes, no son constantes y su fuerza y dirección pueden variar debido al relieve del terreno o a las diferencias de temperatura entre el día y la noche. Algunos ejemplos de vientos locales son las brisas de mar y de tierra, y los vientos de valle y de montaña.

”Los vientos llevamos el calor y la humedad a diversas partes de nuestro planeta”.

—¿Qué es la humedad del aire? —preguntó Kin.

—Es la cantidad de vapor de agua que hay en la atmósfera —respondió Tupik.

—¿Y podemos ver la humedad del aire? —cuestionó Balam.

—Sólo en algunos casos, como en las nubes —aclaró Tupik—. Las nubes son grandes acumulaciones de vapor que, al enfriarse en las alturas, se convierte en millones de gotitas de agua y cristales de hielo, tan pequeños y ligeros que pueden flotar.

—Los vientos también originan la mayoría de los fenómenos meteorológicos —dijo Tupik.

—¿Qué son los fenómenos “meteorlogs”…? ¡Ya se me trabó la lengua! —exclamó Zotz.

—Los fenómenos meteorológicos son sucesos que se presentan naturalmente en la atmósfera —dijo Tupik—. También les puedes llamar meteoros, que es más fácil.

”Según su naturaleza, hay cuatro tipos de meteoros: hidrometeoros, litometeoros, fotometeoros y electrometeoros.

”Los hidrometeoros son las formas en que el agua se presenta en la atmósfera, como la lluvia, la nieve, la niebla, los tornados y los ciclones (también llamados huracanes o tifones).

”En los litometeoros intervienen partículas sólidas, y pueden ser las tempestades de polvo, las lluvias de barro y las tormentas de arena.

”Los fotometeoros son causados por cambios en la dirección de la luz solar o lunar, como el arco iris, los halos y los espejismos.

”Los electrometeoros son manifestaciones eléctricas como la tormenta, que es una serie de descargas que producen un destello breve e intenso (relámpago), seguido de un estruendo (trueno).

”Bueno, ya les conté bastante sobre el aire —dijo Tupik—. Ya es tiempo de irme, adió...

—¡Tupik! —lo interrumpió Balam—. Ya es tiempo, ¡pero de regresar a casa!

—¡No quiero! —replicó Tupik—. Toda mi familia me dice “pequeñín” y, snif, por eso pienso que no sirvo para nada…

—No importa qué tan pequeño seas —dijo Kin para consolarlo—. ¡Tu función es muy importante en la Naturaleza!

—Vamos, Tupik —le dijo Zotz—. En el camino visitaremos a alguien que te enseñará muchas cosas que te gustarán.



¿Para qué nos sirve el aire?
La clase de Tupik

Tupik y los karakoes se dirigieron al interior de la selva hasta encontrar a Nikté, la orquídea.

—Hola, Nikté, ¿podrías ayudarnos a explicarle a Tupik por qué es tan importante el aire en nuestro planeta? —solicitaron Kin, Balam y Zotz.

—Claro, me encantará enseñarle a este lindo pequeñín —contestó Nikté.

—¿Ya ven? ¡Todos me dicen “pequeñín”! —refunfuñó Tupik.

—Tupik, te decimos así porque eres un vientecito bonito y simpático. Y cuando crezcas ¡serás un viento muy guapo y fuerte! —dijo Nikté, acariciándole la barbilla.

Tupik se sonrojó y, con una sonrisa, aceptó que Nikté le explicara la importancia del aire.

—El aire es un elemento vital para la respiración de animales y plantas. De hecho, sin aire, no hay vida. Podemos vivir más de cuarenta días sin alimentos y unos cuantos días sin agua, pero sólo unos minutos sin respirar.

—En promedio respiramos 18 veces por minuto —dijo Zotz—. Esto quiere decir que respiramos más de 25,000 veces al día, inhalando alrededor de 14,200 litros de aire. Nuestro cuerpo necesita oxígeno en todo momento y lo obtenemos por medio del aparato respiratorio. Al inhalar, introducimos oxígeno en los pulmones y la sangre lo lleva a todas las células de nuestro cuerpo, las cuales lo utilizan para obtener energía de los alimentos. Esta energía es necesaria para efectuar todos los procesos de nuestro organismo, desde los más básicos, como respirar, hacer latir el corazón o dormir, hasta otros más complejos, como pensar, hablar o correr.

”Al exhalar, eliminamos dióxido de carbono (también llamado bióxido de carbono o anhídrido carbónico) porque es tóxico para nuestro organismo”.

—Si los animales respiran oxígeno y desechan dióxido de carbono, ¿cómo es que no se acaba el oxígeno de la atmósfera y se llena de dióxido de carbono? —cuestionó Tupik.

—Muy buena pregunta —dijo Nikté—. Esto es porque el dióxido de carbono lo empleamos los vegetales para realizar la fotosíntesis.

—¿Qué es la fotosíntesis? —preguntó Tupik.

—Es un proceso en el que las plantas aprovechamos la luz del Sol para producir glucosa, que es parte de nuestro alimento —contestó Nikté—. Con la fotosíntesis absorbemos dióxido de carbono y emitimos oxígeno. Por eso es importante que haya muchas plantas, ya que producimos casi todo el oxígeno que respiran los seres humanos y los animales.

—¡Parece que soy importante! —exclamó Tupik.

—Y por si fuera poco, atiende muy bien cuáles son las funciones principales de la atmósfera —dijo Nikté.
  • Mantiene una adecuada temperatura sobre la Tierra e impide los cambios bruscos que la harían inhabitable.
  • Filtra las radiaciones solares nocivas con ayuda de la capa de ozono, que impide que la mayor parte de los rayos ultravioletas del Sol lleguen a la Tierra.
  • Nos protege de la constante caída de meteoritos (cuerpos sólidos provenientes del espacio), ya que la mayoría se desintegra al entrar en contacto con el aire.
  • Completa el ciclo del agua. Cuando se evapora, el agua regresa a la superficie terrestre a través de las precipitaciones (lluvia, granizo o nieve).
  • Ayuda a la agricultura, pues un suelo bien ventilado es necesario para que puedan crecer las plantas y otros organismos que viven en él.
  • El viento es indispensable para que el polen y las semillas se dispersen.
  • El viento es uno de los principales agentes de la erosión, que es el desgaste de la superficie terrestre.
  • Por su fuerza de sustentación, permite el vuelo de aves, insectos y animales planeadores, así como de aviones y globos inflados con gases ligeros.
  • Es un excelente medio para difundir la luz y el sonido. Gracias al aire podemos hablar, escuchar y percibir los olores.
  • El oxígeno permite la combustión de las materias (carbón, madera, gasolina, entre otros) para obtener energía.
  • La ionosfera es vital para las telecomunicaciones, ya que sin ella las ondas de radio viajarían en línea recta y no se reflejarían para regresar a la superficie. De esta manera podemos recibir los mensajes trasmitidos hasta en los sitios más lejanos de nuestro planeta.
  • El viento produce la energía eólica, la cual se emplea para impulsar embarcaciones de vela, mover molinos de viento y producir electricidad, entre otros usos.

—Por todo esto, debemos procurar que el aire esté limpio —explicó Nikté.

—Sí, cuidemos la calidad del aire en las ciudades —exclamó Zotz.

—¿La qué…? —preguntó Tupik.



¿Cómo es el aire de las ciudades?
La tarea de Tupik

Fueron todos a la orilla de un estanque. Estaba oscureciendo y vieron unas pequeñas lucecitas volando.

—Ahí está Kokay —dijo Nikté—. ¡Kokay, Kokay!, ¡ven a conocer a Tupik, el viento travieso!

Al instante se acercó Kokay, la luciérnaga, volando como una luz intermitente.

—Hola, pequeñín —exclamó Kokay.

—¡No soy pequeñín! —rezongó Tupik.

—¡Ja, ja, ja! —rieron Kin, Balam y Zotz.

—Tupik desea que le enseñes alguna actividad divertida, mediante la cual pueda descubrir qué es la calidad del aire —dijo Nikté.

—Claro, Tupik —afirmó Kokay—. La calidad del aire es su grado de limpieza o pureza. Cuanto más limpio esté el aire, mayor será su calidad.

—Entonces todo el aire tiene mucha calidad porque es transparente… —dijo Tupik—. Y si es transparente, ¡es porque está muy limpio!

—Comprobemos si está limpio el aire que nos rodea haciendo un divertido experimento —dijo Kokay.

—Tomemos tres vasos de plástico transparente, vaselina, cinta adhesiva y un lápiz. Con estos materiales haremos colectores de partículas y los pondremos en tres sitios diferentes. Por ejemplo: en el bosque, en una avenida transitada y en una fábrica de la ciudad.

”Para hacer un colector, unta una capa delgada de vaselina en el exterior del vaso. Anota el nombre del sitio donde se hará cada prueba en un pedazo de cinta adhesiva y pégala dentro del vaso.

”Dejaremos bien asegurados los colectores en los lugares escogidos, para que no se los lleve el viento, y los revisaremos mañana por la tarde para saber cuántas partículas se adhirieron a la vaselina.

”Si lo deseas, puedes dejar los colectores por más tiempo y revisarlos diariamente. En caso de lluvia, protege los colectores que puedan mojarse.

”Recuerda cómo era la superficie del vaso cuando untaste la vaselina, y cómo se ve un día o una semana después.

”Marca un cuadrito de un centímetro por lado en cada vaso. Si hay 30 o menos partículas visibles en el cuadrito, el aire está prácticamente libre de partículas contaminantes. Si hay más de 200 partículas, el aire está muy contaminado”.

A la tarde siguiente, Tupik y los karakoes fueron a recoger los vasos colectores para revisar cuántas partículas había en el aire de los sitios elegidos para el experimento.

—Tupik, ya puedes comparar la cantidad de partículas que hay en cada colector —dijo Kokay, al tiempo que le daba una lupa y alumbraba con su luz (de luciérnaga) el interior de cada colector, para que pudiera observar más detalladamente las partículas.

Con asombro, Tupik comprobaba que había grandes diferencias entre la calidad del aire de cada lugar.

—¿Por qué hay más partículas en los colectores de la avenida y de la fábrica que en el del bosque? —preguntó Tupik.

—En esos lugares hay más partículas en el aire porque tienen un mayor grado de contaminación —contestó Kokay—. Le llamamos contaminación a todo lo que ensucia el ambiente y hace que la calidad del aire sea menor. La calidad del aire depende de dónde nos encontremos: desde un aire altamente oxigenado en la orilla del mar, hasta el aire contaminado de las ciudades, que contiene gases de mayor o menor toxicidad y partículas contaminantes como polvo, cenizas, cemento o polen.

—¿Por qué se ensucia el aire en las ciudades? —inquirió Tupik, muy preocupado.



¿Por qué se contamina el aire?
La tristeza de Tupik

—El hombre ha desarrollado procesos industriales para generar riqueza y hacer su vida más cómoda, pero no tomó en cuenta que esto generaba desechos. La contaminación atmosférica es la acumulación de sustancias que alteran la calidad del aire y causan efectos nocivos a los seres vivos y a los materiales —dijo Zotz—. Estas sustancias se generan principalmente por las emisiones de los medios de transporte y las industrias, los malos olores de los basurales, la quema de basura, los incendios forestales y las fumigaciones aéreas.

”Los principales contaminantes del aire son: monóxido de carbono, los óxidos de nitrógeno, los hidrocarburos, el bióxido de azufre, el ozono y las partículas suspendidas (cenizas, cemento, plomo, esporas y polen, entre otros)”.

—¿Y qué sucede cuando estos contaminantes están en el aire? —preguntó Tupik.

—Estos contaminantes generan graves consecuencias en la atmósfera, como el smog y la lluvia ácida —explicó Zotz.

—El smog ácido (del inglés smoke, humo, y fog, niebla) es una tupida niebla formada por el estancamiento de pequeñísimas gotas de agua, partículas y ácido sulfúrico.

”El smog fotoquímico es una bruma pardusca que se produce frecuentemente en las grandes ciudades, al reaccionar los óxidos de nitrógeno y los hidrocarburos bajo los efectos de la luz solar, principalmente durante las mañanas.

”Las lluvias ácidas se originan cuando el dióxido de azufre y los óxidos de nitrógeno se combinan con el agua de las nubes y forman ácido sulfúrico y ácido nítrico. El viento lleva las nubes contaminadas a grandes distancias donde, al llover o nevar, esparcen estos ácidos en la superficie, causando graves daños en el ambiente, sobre todo, en bosques y lagos. Además, los ácidos corroen los monumentos y edificios de piedras calcáreas (que contienen cal u óxido de calcio) —finalizó Zotz.

—¿Cómo afecta a la Naturaleza la contaminación atmosférica? —quiso saber Tupik.

—Ha alterado los fenómenos naturales de la inversión térmica y el efecto invernadero, y también ha reducido la capa de ozono —dijo Zotz—. A continuación te lo explicaré:

Inversión térmica. Este fenómeno sucede al iniciar la mañana, especialmente en invierno, cuando una capa de aire caliente no permite que suba otra de aire frío, dejándola atrapada contra la superficie. En la Naturaleza, este hecho ocurre sin problemas; pero, en una ciudad, el aire contaminado no logra dispersarse en las alturas y puede causar grandes desastres. Tal fue el caso de Londres, Inglaterra, donde en 1952 fallecieron más de dos mil personas por estar expuestas al smog ácido durante cinco días.

Efecto invernadero. Es un fenómeno natural que tiene este nombre porque, al igual que en un invernadero, la atmósfera actúa como un cristal en el cual los rayos solares penetran para calentar la superficie terrestre. Una parte del calor se refleja y escapa al espacio. Otra parte del calor la absorben los gases atmosféricos, como el dióxido de carbono y el metano. Sin embargo, al incrementarse estos gases por la contaminación atmosférica, se da una mayor absorción de calor y aumenta la temperatura de la Tierra. El fenómeno resultante se llama calentamiento global. Se piensa que el incremento de calor creará graves alteraciones climáticas al derretir parte del hielo de los polos y elevar el nivel del mar.

Reducción de la capa de ozono. La capa de ozono absorbe la radiación ultravioleta del Sol y nos protege de sus efectos perjudiciales, como el cáncer de piel. Algunas sustancias químicas hechas por el hombre, como los clorofluorocarbonos (CFC), destruyen el ozono y han adelgazado mucho un área de esta capa sobre la Antártida, en el Polo Sur.

—¿Cómo afecta a nuestra salud la contaminación del aire? —cuestionó Tupik.

—Los más afectados son los bebés, los niños, las mujeres embarazadas, los ancianos y los enfermos del pulmón y del corazón —dijo Zotz—. Sin embargo, todas las personas se ven afectadas, principalmente en su sistema respiratorio.

”El monóxido de carbono ocasiona dolor de cabeza y problemas cardiovasculares, además de reducir la capacidad de la sangre de llevar oxígeno a las células.

”Los óxidos de nitrógeno y de azufre producen asma, bronquitis crónica e irritación de ojos, nariz y garganta.

”El ozono es una variante del oxígeno que, cuando está en la estratosfera, nos protege de la radiación solar pero, a una altura menor, afecta los tejidos animales y vegetales.

”En los espacios cerrados, como casas, oficinas o restaurantes, existe el aire confinado, donde alfombras, cortinas o aire acondicionado propician que respiremos bacterias, ácaros alergénicos o humo de cigarro, entre otros contaminantes”.

—¿Fumar contamina el aire? —preguntó Tupik.

—La persona que fuma no sólo contamina el aire que respira, sino también el de las personas que están a su alrededor. Además de mal aliento, el hábito de fumar puede causar enfisema pulmonar y cáncer de pulmón —afirmó Zotz.

—La contaminación atmosférica disminuye el crecimiento de las plantas, destruye los tejidos de sus hojas y las decolora —dijo preocupada Nikté.

—Además, disminuye la visibilidad y afea los paisajes —dijo Kin.

—Otra forma de contaminar el aire es la contaminación sonora o acústica —dijo Zotz—. Los sonidos molestos, como el de los cláxones, las motocicletas y las fiestas ruidosas, lesionan nuestros oídos. Estar expuestos continuamente al ruido puede ocasionarnos trastornos nerviosos, falta de concentración y sordera permanente.

—La contaminación no tiene fronteras —dijo Balam—. Los vientos dispersan los contaminantes por todo nuestro planeta, afectando regiones enteras. ¡Hasta se ha encontrado plomo en el pelaje de los osos polares!

Tupik se puso muy triste y comenzó a llorar.

—Bua, bua, ¡no quiero contaminarme!

—Calma, Tupik —le dijo Zotz—. Tú, por ser pequeñín y no estar contaminado, puedes enseñar a los adultos a respetar a Nuestra Madre Tierra.

—Aunque sea pequeño y travieso —dijo Tupik—, ¡quiero ir a casa y ayudar a limpiar la atmósfera!



¿Cómo cuidar el aire?
Tupik vuelve a casa

Al día siguiente, muy temprano, los karakoes llevaron la vasija, con Tupik adentro, a la cumbre de la montaña Witz para reunirlo con su familia. Recuerda que, aunque podía descender, Tupik no podía volar a grandes alturas porque era muy pequeño.

En la cima de la montaña lo esperaban sus padres, los vientos mayores, quienes, a su vez, no podían descender a las partes bajas porque, con su fuerza y tamaño, provocarían grandes destrozos en la selva.

—¡Mamá, papá, he vuelto! —exclamó Tupik. Y se abrazaron muy felices por estar juntos de nuevo.

—Queridos karakoes, muchas gracias por haber traído a mi “pequeñín” —dijo mamá Ik.

—Estoy seguro de que esta aventura te ha enseñado muchas ecolecciones inspiradoras —dijo papá Ik.

—Así es, papá —contestó Tupik—. Ahora sé que el aire es esencial para la vida. Por eso, ¡quiero cuidarlo desde pequeño!

—Muy bien —dijo mamá Ik—. Ya que conocemos su importancia, cantemos y practiquemos, con nuestros familiares y amigos, trece maneras de proteger el aire:

1. Evita usar el coche en viajes cortos o cuando no sea necesario. Siempre que sea posible, utiliza el transporte público, la bicicleta o camina a los lugares cercanos.

2. Prefiere tener un auto pequeño de cuatro cilindros, porque gasta menos gasolina. Mándalo afinar y verificar en el tiempo indicado y respeta las restricciones vehiculares.

3. Comparte tu auto con vecinos o amigos que vayan por la misma ruta o al mismo sitio.

4. No estaciones tu auto en doble fila, porque entorpece el tráfico y aumenta la contaminación. Apréndete y cumple el reglamento de tránsito.

5. Planea tus salidas para llegar tranquilamente a tu destino. Al manejar sin prisa, reducirás el consumo de gasolina y el riesgo de sufrir accidentes.

6. Mantén limpios y en buen estado estufa, calentador y su tubería, para que consuman menos gas y no tengan fugas. Si sales de viaje, apágalos y cierra sus llaves de paso.

7. Conservemos limpios nuestros hogares, para no usar insecticidas ni venenos. Recuerda que cucarachas, hormigas y ratas buscan su alimento en los lugares sucios.

8. Para no arrojar clorofluorocarbonos (CFC) a la atmósfera, evita en lo posible usar el aire acondicionado del automóvil; no adquieras productos de unicel, porque al fabricarse generan estos gases; y compra sólo aerosoles que indican específicamente que no dañan la capa de ozono.

9. Si alguien fuma cerca de ti, solicítale que no lo haga o aléjate, porque te obliga a respirar aire contaminado.

10. No quemes hojas, basura u otro material, ya que su combustión contamina la atmósfera. Tampoco acumules basura en espacios abiertos, porque produce malos olores.

11. Siembra un árbol y cuídalo mucho. Juntos ayudarán a mejorar la calidad del aire. Y si plantamos árboles en calles de mucho tránsito, además de generar oxígeno, reducirán los ruidos molestos.

12. Para cuidar tus oídos, evita el uso de audífonos, accionar el claxon innecesariamente o escuchar música con el volumen muy alto. Toma en cuenta el ruido que haces y cómo afecta a los demás.

13. Exige que todas las acciones del gobierno y las industrias estén dirigidas a proteger y respetar el ambiente. Ningún interés económico es más importante que nuestra salud y la de Nuestra Madre Tierra.

—Adiós, familia Ik, siempre los respira… digo, recordaremos —dijeron los karakoes y regresaron muy contentos a la selva.

Ahora sabes que si el viento te vuela algo o hace alguna travesura, es porque Tupik está cerca de ti.
¡Nos vemos en la próxima eco-aventura!

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